La edad ideal para la jubilación se sitúa un lustro por debajo de la legal y tras tres décadas de vida independiente desde la emancipación
Se habla mucho de la crisis demográfica que se avecina y de sus efectos económicos y sociales dramáticos, pero se habla poco de las frustraciones intensas que la ciudadanía va a tener que aprender a gestionar. La edad de jubilación es un buen ejemplo. Los vascos identifican los 61 años como el momento ideal para dejar de trabajar, según un informe realizado por el Gobierno de Vitoria que pretende ser el punto de partida para construir la estrategia para afrontar el reto demográfico. ¿Será posible que la gente se jubile a esa edad? Es difícil porque en estos momentos la ley marca los 66 años y dos meses, y el plan trazado por la Seguridad Social es que progresivamente llegue a los 67, algo que ocurrirá en 2027.
La lógica del asunto es que con una esperanza de vida que en Euskadi ha superado los 83 años (86 para las mujeres y casi 81 para los hombres) la caja de las pensiones no da para hacer frente a tanta jubilación durante tanto tiempo. Y más cuando la vida activa también se encoge por el otro lado, por el del ingreso en el mercado laboral. Es cierto que casi el 80% de los vascos acceden a su primer trabajo antes de los 24 años, según la encuesta del Gobierno vasco. Pero eso ni de lejos supone alcanzar una estabilidad mínima a esa edad, ni mucho menos unos recursos suficientes como para iniciar una vida independiente.
Esa vida independiente fuera del hogar familiar, la emancipación, tiene lugar a los 30,2 años, lo que también genera una profunda frustración porque la ciudadanía vasca apunta a los 25 como el momento ideal en el que debería producirse. En cualquier caso, jubilarse a los 61 años supondría dejar de trabajar tras tres décadas de vida independiente y cuando quedan por delante dos más de esperanza de vida. Visto de otro modo: personas de más de ochenta años habiendo cotizado en condiciones a la caja común durante solo tres décadas.
No parece fácil que tal y como están las cosas ahora eso sea sostenible, salvo que se hagan realidad todos esos planteamientos en los que la generación de riqueza por parte de los robots alcance semejante volumen y, sobre todo, eficiencia en el reparto social, que sea capaz de mantener a una enorme cantidad de población inactiva.
Relevo generacional
Al margen de planteamientos que ahora tienen más que ver con la ciencia ficción que con la realidad de las cosas, todo esto está relacionado claramente con la falta de relevo generacional. No nacen niños que se conviertan en adultos trabajadores que sigan alimentando a la ‘máquina’. La tasa de natalidad en Euskadi es de 1,28 hijos por mujer, lo que se queda muy lejos de los 2,1 en los que se sitúa la tasa de reposición, es decir, lo que sería necesario para garantizar la estabilidad de la población. Nos quedamos cortos, no tenemos los hijos que querríamos, porque para la mayoría de los encuestados por el Gobierno vasco la falta de un empleo en condiciones y las estrecheces económicas impiden formar una familia. Además, cada vez más gente rechaza procrear.
Se entiende muy bien el vuelco social comparando las enormes divergencias generacionales. El 85% de los vascos mayores de 65 años lograron emanciparse con menos de treinta años. Ahora, con esa edad, sólo han dejado el hogar familiar el 53%. Eso lo condiciona todo. Sobre todo, lo de tener hijos. El 70% de las personas que hoy en día han rebasado la edad de jubilación ya habían tenido hijos cuando cumplieron los 30 años. Ahora, a esa edad, sólo el 14% de los vascos tiene descendencia.
El viraje ha sido progresivo, lo mismo que el descenso en el número de hijos, aunque en este sentido se ha visto un cambio rápido. Entre los vascos mayores de 65 años sólo el 12% no tiene descendencia. Mientras, en la franja inmediatamente interior, la de 46 a 64 años, el porcentaje se duplica hasta el 24%.
[Publicado El Correo, 11/05/2022]
Laboral
12 mayo, 2022