La pérdida del IPC como referencia para los salarios es un hecho. A diferencia de las pensiones, que se desligaron del alza de los precios de un año para otro por decreto del Gobierno español, el proceso en el caso de la nómina de los trabajadores es más gradual. Al margen de que la mayoría de los convenios siguen bloqueados y sus tablas congeladas, entre los que sí se firman empieza a ser habitual la inclusión de subidas que dependen de la productividad de la empresa, normalmente de que se alcance una cota de ventas o beneficios, como destaca el Consejo de Relaciones Laborales (CRL) en su último informe. La nueva referencia no está siendo tan eficaz como el IPC para mejorar los salarios y está contribuyendo a retener la subida media en el entorno del 1%.
Hace años que los empresarios demandan cambiar el modelo de negociación colectiva de parámetros cerrados, en el que se fija una subida salarial equis y un determinado número de horas de trabajo, por fórmulas más flexibles. La patronal vasca Confebask insistía en este punto, cuestionada por las posibilidades de reactivar la negociación colectiva, nada más cerrarse el último acuerdo interprofesional para blindar el marco vasco en enero. “Se están debatiendo convenios que se escribieron hace años. Hay que crear un marco regulatorio para la situación de hoy en día”, indicaba entonces a este periódico Jon Bilbao, de Confebask. Hace dos semanas el Círculo de Empresarios hacía una petición en esa línea reclamando un impulso a los convenios de empresa para fortalecer esa relación entre productividad y salarios.
Parte de esa “modernización” de la negociación colectiva la ha llevado a cabo la reforma laboral de 2012 allanando el camino a la inaplicación del convenio a las empresas que atraviesan un mal momento. El sentido de introducir cláusulas de revisión salarial vinculadas a la productividad es precisamente ese, poder modular los costes laborales en función de la situación del mercado. A la vez, argumentan los empresarios, el contar con una parte de salario variable motiva a los trabajadores y facilita un mayor rendimiento por su parte. El sistema tiene un riesgo evidente para el trabajador. Y es que mientras el IPC es un indicador que refleja la evolución del coste de la vida, los objetivos de productividad en las empresas pueden ser muy abiertos y difíciles de alcanzar en según qué contexto económico. Los sindicatos son en general partidarios de mantener el IPC como referencia principal para actualizar las nóminas, aunque en sectores que marchan bien como la automoción no suelen cerrarse a pactar también mejoras por objetivos.
Lo más habitual es que un convenio recoja subidas salariales para varios años con un incremento base, a veces el 0 y que puede variar cada ejercicio, más un porcentaje que depende del IPC -normalmente se toma la variación de precios del año anterior-. Otra fórmula es pactar una única cifra incluyendo una cláusula de garantía que prevea subidas extra si el IPC rebasa esa base. En ambos casos los asalariados tienen asegurado el mantenimiento del poder adquisitivo.
Pero cada vez más convenios, subraya el CRL, se están saliendo de estos patrones para dejar la subida final en manos de los resultados. En el avance del informe de 2016, se indica que la subida salarial media en los convenios firmados en la CAV fue del 1,04%, apenas cuatro décimas por encima de 2014 (0,65%) y 2015 (0,62%). Una cifra escasa si se tiene en cuenta que la economía vasca creció más del 3%. El propio consejero de Hacienda, Pedro Azpiazu, ha instado a la patronal a asumir mayores incrementos.
“A este aumento ha contribuido el efecto mínimo de las cláusulas de revisión o de garantía salarial para 2016”, indica el CRL, que añade que la escasa aportación de este tipo de cláusulas tiene que ver con “la proliferación de cláusulas de revisión condicionadas al cumplimiento de objetivos empresariales” mientras se reduce la presencia de cláusulas de garantía con referencia a la evolución de los precios. Hay que señalar que, al depender de la situación concreta de cada empresa, los resultados de la revisión por objetivos son más difíciles de cuantificar.
El CRL remarca que, aunque el IPC se fue hasta el 1,5% en diciembre, la variación media de los precios el año pasado fue del 0% en Euskadi con lo que el incremento del 1% es suficiente para que aquellos trabajadores con su convenio renovado recuperen algo de poder adquisitivo. De cara a 2017 la patronal vasca no ha hecho una recomendación general de subida argumentando que muchas empresas siguen en apuros y tampoco en el Estado se ha cerrado un acuerdo.
[Publicado DEIA, 28/02/2017]
Laboral
23 marzo, 2017