La precariedad laboral avanza en todo el mundo a través de lo que la Organización Internacional del Trabajo (OIT) denomina “empleos atípicos”. Es decir, contratos temporales, a tiempo parcial involuntarios, la subcontratación o los autónomos dependientes (obtienen más del 75% de sus ingresos de un sólo proveedor). Unas formas de empleo que se caracterizan por una peor calidad y menores ingresos. Y en este escenario España ocupa un lugar preocupantemente destacado al ser el segundo país de Europa con una tasa de temporalidad más alta (25%), sólo superado por Polonia. De hecho, la cifra de España supone más del doble que la media de los 150 países analizados por la OIT.
El informe “El empleo atípico en el mundo: retos y perspectivas” publicado ayer alerta de que las personas con un contrato temporal pueden estar sujetas a desventajas salariales de hasta el 30% si se compara con los trabajadores indefinidos en un puesto similar. De hecho, la brecha salarial entre un temporal y un fijo ascendía a 775 euros brutos al mes en 2015 en España, una diferencia que ha crecido más de un 30% durante la crisis, según los datos de salarios publicados por el INE la pasada semana. En este sentido, el estudio de la OIT destaca que en España existe una “fuerte cultura empresarial” del uso del contrato temporal.
El informe compara la situación con la de Noruega. Así, con datos de 2010, un 16,2% de las empresas españolas reconocen que utilizan trabajadores temporales de forma intensa, frente a un exiguo 1,8% de compañías noruegas. Un 35,4% de las sociedades españolas recurren de forma regular a estos contratos (8,5% en Noruega). Por último, el 48% de las firmas españolas afirman no haber utilizado este tipo de empleos temporales, frente al 89,7% de las del país escandinavo. España tampoco sale favorecida de la comparación con la UE, donde el 77% de las empresas no usan el empleo temporal, el 16% lo hace regularmente y sólo el 6,8% de forma intensiva.
El estudio critica las dos últimas reformas laborales de España aprobadas por un Gobierno socialista (2010) y otro del PP (2012). En ambos casos, el objetivo era reducir “los costos de despido de los contratos de duración indefinida”. Sin embargo, destaca que el alcance de estas reformas “ha sido limitado en su capacidad de alterar las actitudes hacia la reorganización del trabajo a nivel de empresa”. Es decir, que la dualidad del mercado laboral se mantiene hasta el punto de que nueve de cada diez nuevos contratos son de carácter temporal.
El documento reconoce que estos empleos atípicos dotan de más flexibilidad a las relaciones laborales y pueden facilitar el acceso al mercado de trabajo. Sin embargo, advierte de medidas contraproducentes si estos modelos se convierten en norma habitual. “En los países donde el empleo atípico está muy extendido, hay un mayor riesgo de que los trabajadores pierdan el empleo e incluso las tasas de accidentes laborales son más altas, aparte de encontrarse con dificultades para ejercer sus derechos fundamentales en el trabajo o a tener acceso a las prestaciones de Seguridad Social y a la formación profesional”, señala Philippe Marcadent, jefe del servicio de la OIT encargado del estudio.
[Publicado El Correo, 15 de noviembre de 2016]
Laboral
27 noviembre, 2016